Me contestó que nunca había entrado a esa habitación y su respuesta me intrigó aún más porque ante mí estaban las huellas de sus zapatos.
Yo le creía y también creía en lo que veían mis ojos.
Por eso busqué una respuesta que me explicara lo que había pasado.
¿Alguien se había puesto sus zapatos y había entrado a la habitación?
¿Alguien tenía unos zapatos idénticos a los de ella?
Pensé en varias explicaciones posibles tratando de curarme de la ansiedad que me causaba la intriga. Incluso llegué a pensar que era sonámbula y hasta imaginé cómo se levantaba de su cama y se ponía los zapatos y caminaba dormida. Pero me dijo que no era sonámbula. De cualquier manera yo quise cerciorme de ello antes de descartar esa explicación y por las dudas interrogué a su mamá y a su hermana pero ellas también me dijeron que no era sonámbula.
Ahora pienso que todo hubiera sido más fácil si ella hubiera dicho que sí era sonámbula. La historia hubiera terminado allí y tan tan. Asunto terminado. La niña es sonámbula y entró dormida a la habitación. Pero no.
El asunto me empezó a obsesionar y casi no dormía pensando en qué era lo que había pasado aquel día. Hacía y deshacía hipótesis. Creaba y recreaba el momento en mi imaginación. Creí que me volvería loco de tantas hipótesis en mi cabeza y pensé que inventarme una explicación sería la solución que me daría paz. Desafortunadamente no fue así porque no pude engañar a mi duda.
Al cabo de unos meses comencé a tomar calmantes y después fue que me llevaron al doctor bañado en sudor con la piel ardiendo por la fiebre.
Pasé una semana viendo las paredes blancas. Me daba mucho miedo mi ansiedad y anhelaba como nunca encontrar la calma. Quería volver a casa y olvidarme de este asunto. Lo deseaba con todas mis fuerzas.
El domingo siguiente al que llegué fue a verme ella acompañada de su madre. Llevaba puestos otros zapatos y se lo agradecí en silencio infinitamente. Me miraron con expresión triste y preocupada. "Hemos venido a decirte algo", me dijeron. "Susanita sí entro esa noche a la habitación, sí fue ella, sólo que tenía vergüenza de confesártelo pues no quería descepcionarte. La curiosidad le ganó y no cumplió con su palabra. Está arrepentida y viene a pedirte una disculpa. Ya no queremos verte así".
Ojalá me lo hubiera dicho desde el principio. Yo habria entendido perfectamente y muchas cosas se hubieran evitado.
Pero yo le creí.
Y sí, quizá me sobrepasé un poco buscando la respuesta.