Día 2 de aquéllos que dejé de escribir

Hoy caminamos más minutos que ayer. Cambiamos los zapatos dos veces, justo cuando empezaban a lastimar, después llegamos a casa y nos pusimos los tenis. Bastante cómodos y justo a tiempo. Volvimos a salir y seguimos andando, disfrutando aún más del paseo.

Comimos frente a una persona que cantaba ante tres mesas. Ninguna persona parecía escucharlo, sin embargo de pronto algunos giraban a verlo y aplaudían entre cada melodía. Aplausos no efusivos. Sólo aplausos.

A cada bocado volvíamos a nuestros temas. Una idea y luego otra. Dos historias que hoy no nos daban para reír pero que seguro mañana recordaremos riendo.

Al final estamos cambiando de espacio, ¿ese fue el trato no? Y así lo estamos haciendo, aunque cuesta.

Esta es la historia de aquellos días que empezaron cuando pensé que era fácil ponerle nombre a un libro y después ajustarle una historia.